Hablar y entender a un adolescente no es fácil, pero no es nada nuevo. La comunicación con los adolescentes puede ser complicada, especialmente para los padres que se encuentran en una situación nueva.
Los padres deben entender que para comunicarse con un adolescente, es crucial reconocer que la situación está cambiando. La adolescencia es un período muy importante en la vida de las personas y es necesario adaptarse para comprender lo que está sucediendo.
La decepción de los padres
Es normal que los padres se sientan frustrados cuando sus hijos comienzan a crecer, ya que quieren querer vivir de forma independiente y planificar su tiempo libre sin nadie más que sus amigos. De repente, parecen levantar un muro impenetrable y dejan de hablar de temas que anteriormente fueron motivo de largas conversaciones.
Además, los adolescentes comienzan a hablar su propio idioma, se visten de manera diferente, escuchan otros tipos de música y miran otros tipos de películas.
Los padres se dan cuenta repentinamente de que ya no pueden hacer planes para ellos y que importa poco lo que quieran o piensen. Las opiniones de los padres ya no cuentan.
Todo esto decepciona. ¡Por supuesto! Los padres han dedicado sus vidas a modelar a niños perfectos a su manera y les parece que todo va cuesta abajo.
Pero no debemos caer en la trampa de pensar que como padres somos prescindibles. Nuestros hijos nos aman, pero como cualquier otro adolescente, nuestros “pequeños” también quieren su independencia y sentirse competentes por sí mismos.
Muchos padres y madres se quejan porque no pueden hablar con sus hijos, porque no pueden decirles lo que sucede a diario. Pero el problema es que la mayoría de las veces no preguntamos correctamente.
Para lograr que un adolescente se abra a una conversación con un adulto, es importante hacer las preguntas de una manera que fomente la interacción.
Hacer preguntas abiertas
En lugar de hacer preguntas cerradas que solo le permiten responder sí o no, dirigirse a un adolescente es mucho más efectivo cuando se hace una pregunta abierta.
Es decir, si queremos saber cómo fue tu día, en lugar de preguntar “¿Estuvo hoy todo bien en la escuela?” o “¿Tienes mucha tarea que hacer?” Sería más efectivo preguntar algo específico, como por ejemplo: “¿Qué hiciste en la clase de educación física?” o “¿Qué preguntó el profesor en el examen de literatura?”.
Hacer preguntas específicas
Ante las preguntas generales sobre temas generales, es mucho más efectivo preguntar a un adolescente sobre personas o eventos que son importantes para ellos, incluso si se trata de temas que los padres no entienden o de los cuales no están interesados. Nuestros hijos valoran que nos preocupemos de sus gustos, especialmente cuando les hacemos preguntas realmente interesantes que los animan a expresarse.
Mostrar sensibilidad y saber escuchar
No sirve de nada preguntar si no escuchamos con atención lo que nos dicen nuestros hijos y si lo único que nos importa es lo que vamos a decir más adelante o si usaremos la respuesta que nos dan para obtener algo que nos interese a nosotros como padres.
Si utilizamos las respuestas de nuestros hijos para manipularlos o reprenderlos, solo vamos a cerrarlos más y más. Y nunca los conoceremos ni los entenderemos y mucho menos ayudarlos cuando nos necesiten.
Hacer preguntas sobre sus gustos personales
Es muy positivo aprovechar algunas situaciones o circunstancias para preguntar a nuestros niños acerca de sus gustos personales. Por ejemplo, podemos preguntar dónde les gustaría viajar o qué les gustaría ver después de ver una película que muestra una cultura o lugar diferente o aprovechar un evento familiar para preguntarles sobre sus expectativas sobre la vida. Pero sin tratar de influir en ellos, solo con la intención de conocerlos.
A menudo nos quejamos de que nuestros hijos no se comunican con nosotros, que no los conocemos, pero olvidamos que quizás piensen lo mismo de nosotros y que un cambio de actitud por nuestra parte puede favorecer y mejorar nuestra relación con ellos.